¡QUE BIBA CUVA!
Paso a paso; ficha a ficha; balconing a balconing; polvo a polvo, nuestras autoridades hacen juegos malabares (elementos importantes en la distracción del pueblo) para diseñar una nueva España y una nueva Cataluña (en esto coinciden e incluso compiten, a pesar de las aparentes divergencias); un nuevo país que emule la antigua Cuba, la de Batista, el patio trasero dónde impunemente los europeos del norte puedan hacer las cosas feas. De Lloret a Salou o Marbella; de Vilaseca a Paracuellos; de La Junquera a cualquier rotonda, el cebo para los forasteros será el fomento del vicio. Atraídos por éste, los del norte vendrán y comprarán las promociones inmobiliarias de los bancos, que previamente habrán financiado casinos y prostíbulos, en detrimento de la investigación o la competitividad de las empresas.
Malvender un país es una tarea más fácil para los gobernantes mediocres que la de intentar levantarlo fomentando la cultura del esfuerzo y la superación mediante la autocrítica.
Sólo les deseo al señor Rajoy, al señor Mas o a la irrepetible señora Aguirre, que sean expulsados por una revolución más pacífica y democrática que la que nació en Sierra Maestra.