CATECISMO
Últimamente se ha hablado largo y tendido de la Iglesia y sus privilegios. Por descontado, uno de ellos es el de no pagar ciertos impuestos. Sobre ello se ha hablado ya mucho, y mi posición es que todo el mundo debiera pagarlos, desde la Iglesia a los partidos, oenegés y el lucero del alba. Son parte de la gestión de la sociedad y debieran entrar en sus cálculos de viabilidad.
Pero hoy quisiera reflexionar sobre otro punto, otro privilegio, menos analizado hoy, que fue caballo de batalla (perdida) durante la II República. La labor de adoctrinamiento que realiza la Iglesia. Adoctrinamiento para ir alimentando no sólo el número de sus fieles, sino también el de las posturas políticas más arcaicas y retrógradas, dándoles cohesión y fidelización. ¿Cuál sería la correlación estadística entre los votantes del PP, de CiU y de otras opciones de derechas, y sus respectivos colegios en la infancia y adolescencia? No es el único factor que decide el voto, pero sí uno de importante. Esta labor es impagable (aunque se pague bien) para los políticos de dichas opciones. No en vano la República intentó, sin éxito, quitarles tal privilegio.
¿Tenía razón el gobierno al publicar la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas. (17.5.1933) ?
Quizá sea curioso, no científico pero sí muy ilustrativo, la siguiente cita del Catecismo Ripalda (Nueva edición enriquecida con varios apéndices. 14ª edición, 1927):
¿Qué clase de pecado es el liberalismo?
-Un pecado gravísimo contra la fe.
-¿Por qué?
-Porque consiste en una colección de herejías condenadas por la Iglesia.
-¿Es pecado para un católico leer un periódico liberal?
-Puede leer las cotizaciones de Bolsa.
¿Qué clase de pecado comete el que vota a un candidato liberal?
-Generalmente pecado mortal.
No es el estilo actual. De acuerdo. ¿Pero y el fondo?