¿LA CONFLUENCIA?, PARA EL 25
“Confluencia” ha sido una de las palabras más utilizadas en los cenáculos políticos de estos últimos tiempos. Utilizada y prostituida. Se hablaba de hacer una confluencia como quien se cita para hacer unas birras. A pesar de tanta insistencia, agravios históricos más o menos ciertos pero siempre hinchados y famosillos nombres propios y ajenos, han campado a sus anchas para impedir una verdadera acción conjunta que empiece a limpiar el país de tanto desmán: la divergencia de las confluencias. Cada grupo, cada partido, ha creado su propia confluencia, enfrontada a las confluencias ajenas.
¿Y el resultado? Pues que, me temo, se van a encontrar el próximo 25 de mayo sentados frente a sus escuálidos concejales y sus translúcidos diputados autonómicos, pensando en que tienen cuatro años por delante dónde ya no se hablará de confluencia y podrán seguir desollándose a placer.
Y entretanto, Wert con su educación (es un decir).
Excusas siempre las habrá: cada “confluencia” podrá, con suerte, tener su minuto de gloria en foros semivacíos para repetir las mismas reivindicaciones que dirá momentos después su competencia y que ella ya no escuchará.
Y entretanto, Fernández Díaz con su seguridad (es un decir).
Y difícilmente se irá más allá. Salvo, claro está, que empiece a cundir la utópica idea que si queremos lo mismo, sólo buscándolo juntos podremos conseguirlo. Lo: pronombre clave.
Salvo que nos ciegue el humo del puro que, entretanto, Rajoy se estará fumando con una mueca pretendidamente sardónica.
Pensar en el pasado no ha servido. Poner nombres y más nombres a bregar entre sí, menos. ¿Qué se tiene en común? El “lo”: Lo que queremos. ¿Cómo llegar a que sea el generador de una fructífera confluencia? En la calle, en el día a día, en la lucha constante por la educación, la sanidad, la vivienda, y también en la reflexión pausada pero firme sobre los mecanismos que se pueden activar para generar el cambio, como una mayor independencia de los medios de comunicación o la justicia, entre tantos otros. Y ello durante los próximos 4 años, 48 meses, 1.461 días. Compartiendo hombro y sudor, al llegar otros comicios tendrían ya la “confluencia” vivida y contrastada. Por desgracia, las reivindicaciones son muchas, y muchos los que las sienten en propia carne: los que siguen esperando, desesperando, una verdadera confluencia basada en ellas.
Sí, la confluencia empieza el próximo 25 de mayo.