¿JEFE?, ¿QUÉ JEFE?
Hace cuatro años ya lo decía: la galopante corrupción, la degradación no solo de la ética gubernamental, sino incluso del mínimo decoro, que ha sido substituido por una chabacana arrogancia, hacían necesario un cambio de gobierno, y por extensión, de las Cortes y el Senado, o sea: destitución del gobierno y convocatoria de elecciones. Como
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