LA CRISIS PERFECTA

Ha costado, pero creo que a golpes vamos aprendiendo en qué consiste esta crisis. No se va a acabar, el gran capital (lo demás son meros zánganos) le ha cogido el tranquillo. Provocar más y más deuda, con préstamos cada vez más impagables.  Presentar como única salvación el recapitalizar a los bancos, e ir sacando de ellos el dinero utilizado, ya que son sus propios accionistas. Y entretanto, ir desollando a las clases medias y bajas, que en los últimos años iban adquiriendo excesivo protagonismo y una alegría que les alejaba de su verdadero destino: producir a bajo costo y comerse lo producido.

En la Edad Media,  la Iglesia ejerció este papel, con paralelismos actuales que cabe remarcar. Unos dogmas (hoy, el mercado), unas prácticas (el consumo), pregonados por la curia (FMI, BM) y con organismos represores (Agencias de calificación), mantenían la teoría de la obediencia, el sacrificio, la docilidad como vía para una vida mejor en el otro mundo. Los fondos (bulas, colectas, donaciones), revertían en mayor boato y parafernalia, que servía para presentar el dogma para que pareciera como venido de un nivel superior incontrovertible. Ahora, el otro mundo es para cuándo se termine la crisis, o sea, a mi entender, nunca.

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