VIDAS PARALELAS
Plutarco era el encargado, hacia el S.I d.C., de interpretar los augurios de la pitonisas del Oráculo de Delfos. I también escribió un libro famoso, titulado “Vidas paralelas”. Lamentablemente, hace ya veinte siglos que nos dejó; pero seguro que, de vivir, habría constatado el paralelo ofrecido por nuestros amigos Mariano y Artur. Sin ánimo de emulación, me permito establecer algunas coincidencias en la trayectoria de los dos mandatarios. ¿Podríamos decir que son las dos caras de la misma moneda? Quizás sí, ya que el leit-motif, el argumento para hacérnoslas pasar moradas no es otro, en los dos casos, que el famoso euro. Pero en otras cosas aún se pone más de relieve la sintonía de las dos actuaciones:
Ambos han surgido del rechazo de los ciudadanos a un gobierno de centro-izquierda chapucero y agotado; del pensamiento que un simple cambio solucionaría todos los problemas.
Ambos, antes de las elecciones que los auparon al poder, dijeron muy poco sobre sus intenciones, y una vez ganadas, se pasaron por el forro la mayor parte de las promesas de campaña.
Ambos tienen un doble lenguaje, ya sea Madrid-Berlin o Barcelona-Madrid
Ambos se han encarnizado en los más débiles.
Ambos, rodeados por capitalistas babeando por las privatizaciones, han mantenido un trato versallesco con los que más tienen.
Ambos han degradado tanto como han podido los servicios públicos –en especial educación y sanidad -, empujando al servicio privado de pago, con declaraciones catastrofistas, a quién se lo pudiera permitir.
Ambos se han apresurado a cambiar, a purgar, las televisiones públicas, con un descenso patente de la calidad, para conseguir una servidumbre útil para la difusión de sus proclamas.
Ambos están pidiendo un cheque en blanco para seguir con su tarea.
Pero, ¿ha llegado quizás el momento de la divergencia? ¿Dejarán sus trayectorias en paralelo, cogiditos de la mano disimuladamente bajo una capa de reproches? ¿El hecho de tener un “enemigo externo” tan bien definido, no es una ayuda a la tarea de los dos mandatarios, con el fin de disimular sus “enfermedades internas”? ¿O quizá coincidirán incluso en su papel de vendedores de motos, artilugios que sólo tienen marcha atrás?
A buen seguro, Plutarco se aterrorizaría ante los augurios que se nos plantean.